La huella del pie es en cierto modo la firma del funcionamiento del pie y de nuestro equilibrio. La huella del pie en el suelo es una firma instantánea que nos permite casi extrapolar la posición de la parte superior del cuerpo para estar en equilibrio. Esta deducción es posible gracias al sincronismo interarticular presente durante el movimiento. Las rodillas, las caderas y la espalda dependen estrechamente de la posición del pie.

La evaluación podoscópica se realiza en un plano transparente con retroiluminación que resalta los puntos de apoyo. Esta imagen muestra la ausencia de soporte bajo la cabeza del primer metatarso. Este es un signo a menudo presente y patognomónico del HLF. También podemos notar la forma de "raqueta" del Hallux, que muestra un importante estrés mecánico debido a la transferencia de la carga a este dedo.

La evaluación podológica realizada en una alfombra equipada con sensores ultrasensibles incluye un análisis estático basado primero en ambos pies, luego en un pie y en un análisis dinámico de la marcha. En el caso del HLF, la impresión estática revela un cambio en la proyección del centro de gravedad hacia atrás y en el lado externo del pie. En la dinámica, es decir, al caminar, el ataque y el despliegue del paso se desplazan al borde exterior del pie en caso de HLF. También se produce un cambio en el tiempo durante la transición de la supinación a la pronación acompañado de una inclinación abrupta del pie hacia adentro al final de la fase de apoyo. Finalmente, se encuentra sistemáticamente híper soporte bajo la pulpa del dedo gordo del pie y una falta de soporte bajo la cabeza de M1.